martes, 25 de octubre de 2011

Nosotras creando: cuerpo, memoria y acciones



Nosotras creando: cuerpo, memoria y acciones
Ciudad de México, 2011


Contenido


Presentaciones: Nosotras creando: cuerpo, memoria y acciones/letras - [1]

MAMÁ

Alf Mónica Rodríguez Gaona (Mafer) - [2]

Componenda Laura Arratia - [3]

Lupita Lilia Alejandra Silva - [4]

Venas de trigo Laura Arratia - [5]

Narizón Chiara Vanessa Martínez Lozano - [6]

Surquitos de cemento mojado Ivanova Chávez - [7]
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DESDE LA FURIA

Embozo Laura Arratia - [8]

Muerde La Lupe - [9]

Abertura Laura Arratia - [10]

La Realidad Nahir Sánchez Cortez - [11]

Sintoxica Laura Arratia - [12]

Nanita Consuelo Patricia Karina Vergara Sánchez - [13]

Descripción de espejo Laura Arratia - [14]
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DESDE LA PASIÓN

Mis chichitas Lilia Alejandra Silva - [15]

Dulce café nocturno Laura Arratia Sandoval - [16]

Cítricos Patricia Karina Vergara Sánchez - [17]

Su voz, me estremecía Lilia Alejandra Silva - [18]

Té de… ti Laura Arratia - [19]

Allá en la selva Priscila Galán Arcia - [20]

Te sueño Mónica Rodríguez Gaona (Mafer) - [21]

Yo con una risa loca Lilia Alejandra Silva - [22]

Relojecida Laura Arratia Sandoval - [23]
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LAS MUJERES ESTÁN DE FIESTA

Escuchando a mis hermanas... Lilia Alejandra Silva - [24]

Ella y Ella Mónica Rodríguez Gaona (Mafer) - [25]

Fiesta de Mujeres Ivannova Chávez - [26]

Juego de verso Laura Arratia - [27]

Historia de Edith Lilia Alejandra Silva - [28]

Fiesta de dos Patricia Karina Vergara Sánchez - [29]

Las mujeres están de fiesta Lilia Alejandra Silva - [30]


a b



[1] Nosotras creando:
cuerpo,
memoria
y

acciones
letras

Durante los meses de mayo a septiembre de 2011, se realizó el taller Nosotras creando: cuerpo, memoria y acciones. La Lleca y Lunas, colectivos integrados por artistas visuales, antropólogos, sociólogas, abogadas y activistas, con amplia experiencia en el tema de feminismo y en el ejercicio de desbordar las limitantes de la producción artísticas para llevarlas al plano de lo social.
En este contexto, el proyecto fue acogido por el Centro Cultural de España en México, quienes colaboran y apoyan para la realización del taller, como parte importante de sus ejes de trabajo en cuestión de equidad de género y relaciones socio-culturales.
El taller, dirigido a mujeres, tiene como objetivo principal tocar dos campos: uno centrado en la producción artística y otro en las vinculaciones de lo político, económico, social y cultural con la situación de una comunidad específica. Por un lado, desarrollar un trabajo de intervención artística que a través de la realización de talleres y el desarrollo de propuestas de performance/arte acción y creación literaria les permita a los participantes reflexionar sobre sus problemáticas personales inmersas dentro de las problemáticas sociales, económicas y políticas que las provocan; y por otro, reconocer que el trabajo artístico es también una forma de conocimiento que posibilita la construcción de una visión crítica desde el uso del cuerpo como soporte artístico.
El resultado del taller comprende los textos que a continuación se presentan, además de haber realizado la presentación de los performances/arte acción tanto en el Centro Cultural Casa Talavera (Plaza Aguilita), como en el Centro Cultural de España en México.
Agradecemos a las participantes del taller, al Centro Cultural de España en México y a las colectivas La Lleca y Lunas por el empeño para la realización de este proyecto.
Las colectivas La Lleca y Lunas, Lesbianas Feministas, hemos trabajado en conjunto desde mayo del 2011 en Casa Talavera, con apoyo del Centro Cultural España, un hermoso proyecto: Nosotras creando: cuerpo, memoria y performance, que contempló, de manera multidisciplinaria, abordar las historias en los cuerpos y las memorias que hay en ellos para invitar a mujeres de la zona de la Merced y de donde quisieran llegar, con diferentes experiencias de vida y grados de escolaridad, a crear performances, acciones y ejercicios que motivarán, propiciaran la escritura a partir de estas exploraciones.
En la parte de las letras, la propuesta se convirtió en un laboratorio de experimentación en donde a partir de indagaciones sobre el cuerpo propio, las sensaciones y los recuerdos que diversos ejercicios y estímulos traían a él, escribíamos simultáneamente cuentos, anticuentos, no cuentos, ideas y hasta algunos versos. De esta experiencia rica quedan las ganas de seguir escribiendo en la estimulante colectividad que se ha construido entre las asistentes al taller. Por ahora, les ofrecemos algunos resultados de esos ejercicios que preguntaron por la memoria corporal.
Los presentamos a partir de cuatro provocaciones:
El recuerdo del abrazo de la madre cuando éramos niñas; la furia que nos nace de las entrañas ante un mundo misógino, en general; lo sensual-sexual que despierta nuestros cuerpos y los cuerpos de las mujeres que vibran con las alegrías intensas.
Entonces, querida lectora, te invitamos a encontrarte con las siguientes líneas desde el saber que han sido escritas en un marco de experimentación, a veces desde la excusa lúdica y a veces desde aquello que nos ha hecho llorar en momentos de nuestras vidas. Van nuestras escrituras, así, con la consigna de hacer como las niñas que ponen el cuerpo y desde el cuerpo inventan. Esperamos que disfrutes el resultado tanto como nosotras disfrutamos la escritura de mujeres y entre mujeres.
Lilia Alejandra Silva, Chiara Vanessa Martínez Lozano, La Lupe, Ivannova Chávez, Nahir Sánchez Cortés Mónica Rodríguez Gaona (Mafer), Laura Arratia, Priscila Galán Arcia y Patricia Karina Vergara Sánchez.
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MAMÁ 
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[2] Alf

Mónica Rodríguez Gaona (Mafer)



—Ahora vamos a jugar a la escuelita, te voy a poner tu uniforme y tu mochila.
―…
―¡Qué guapo te ves con ese suéter!
―…
―Yo voy a ser la maestra y vamos a aprender las vocales, repite después de mí: A, E, I, O, U
—…
―¡Muy bien! ¡Eres muy inteligente! Ahora, ¿a qué quieres jugar?, podemos ir a la Luna o a Marte. ¡Auch! Ya no. Acaba de llegar mi mamá y si no nos encentra nos va a regañar, mejor vamos mañana.
Dejo mi muñeco de peluche y corro a verte.
Te recibo con un abrazo y un beso, mejor dos. Se nota que vienes cansada, pero no lo tomo en cuenta porque quiero platicarte todas las aventuras que vivimos mi Alf de juguete y yo hoy. Mientras, tú revisas en vano el refrigerador buscando algo para preparar.
―¿Qué vas a hacer de cenar? Porque yo ya busqué y no encontré nada.
Me miras con ojos preocupados, pero contestas con una sonrisa que no convencería más que a una niña.
―Pues, no dejé nada porque hoy voy a preparar algo especial para cenar. Pásame la harina, el royal, la vainilla y un poco de agua. ¡Ah! y pregúntale a la vecina si no tiene un huevito que le sobre y luego se lo reponemos.
Salgo corriendo y en un momento regreso con todos los ingredientes para verte preparar una extraña alquimia que después metes en el horno y en poco tiempo sale un oloroso pan muy esponjadito. Lo partes y me sirves la rebanada más grande, acompañada de un té calentito hecho con hojas del naranjo que hay en nuestro patio.
La cena me deja tan sorprendida como satisfecha, yo no sé cómo lo haces, sin embargo, lo presiento: creo que mi mamá es una bruja, pero no me lo quiere decir.
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[3] Componenda

Laura Arratia




De mi origen no sé nada, he cortado todo hilo con tu maternidad, me he obligado a olvidar el cordón que se rompió al nacer, que junto al tiempo se ha ido disecando hasta enmudecer…hasta ser raíz de ornato… cúmulo de sal y fruta seca en la boca del umbral que un día nos emparentó y que hoy nos osifica, nos ennegrece, nos hiela para dejar de lado lo que se incubó en el orfanato de mis pensamientos.
De tus recomendaciones áridas no perpetuaré ficción porque la educación de tus silencios solo fueron desacuerdos, retrocesos constantes… devoluciones…oscurantismo inocente cobrado por descendencia…errores que mi delgadez craneal no sobrelleva y expresa sin más un hasta luego…para encontrarnos más tarde en el portal del sol.
Así, dejemos que se pierda gradualmente la indiferencia mientras las olas cavilan la quietud en la tierra y ahogan la aversión que abriga mi debilidad, deja que pierda de vista mi anemia craneal…no te inquietes…y la apretada arena se irá desgajando en el agua.

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[4] Lupita

Lilia Alejandra Silva




Mi mamá siempre tenía mi casita como casita de muñequitas. Vivíamos en la vecindad de la Alarcón, muy cerquita de aquí; constaba de una sola habitación grande, grande pero ahí cabía tocho, nuestras camitas y lo demás como si se tratará de la casita de Topo Gigio ¿Se acuerdan?
Aunque, ahora que reparo y saliéndome del hilo un poquito ¿cómo tendría tan limpia su casita sin su mamita? Porque yo no recuerdo a su mamita de Topo Gigio, pero mi mamita todo lo tenía limpiecito, ordenadito, a tiempo, mi mamita era una genio.
Le daba tiempo para un buen de cosas. Ella llenaba mi casita, por eso, cuando se iba a vender fayuca por las calles del centro histórico, ella me hacía tanta falta por las tardes. Yo la quería para mí solita, bueno, y para mis hermanitas. Siempre la vi como una mujer sumamente inteligente. Se sabía 1000 caminos. Creo que, los juicios estos, los míos, los feos de reclamarle el tiempo, su tiempo, era porque mi casita se llenaba de calor a través de su presencia, a través de ella. El cuartotote se hacía lindo, la mesa colorida y la vida bella. Mi mamá siempre ha sido mi preferida, mi gordita linda, preciosa. Ahora, adulta, a veces la juzgo o riño, llena de dolor por abusos que viví y en ese proceso, ando queriendo conocerla, amarla más, más, más, más…hasta que a la par ese dolor agudo se termine, pues mi mamacita linda no pudo estar cerca de mí, defendiéndome de esos agresores, pero ella no es ese(os) que me hicieron daño. Ella sólo es mi mamá, una mujer que me dio lo que pudo.
Te amo, mamita linda, Lupita
P.D. Decreto disolver este vínculo, donde la responsabilizaba de no estar siempre conmigo; yo creo que mi resentido corazón, le reclamaba mi desamparo. Hoy, ya sé, que se rompe en dos esta asociación con el dolor y me queda la dulzura del amor materno
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[5] Venas de trigo

Laura Arratia




La sensación de profundidad es más cercana, el hundimiento es pausado y volátil cuando las habilidades son carcomidas por la plaga circular …hartazgo de llanuras extendidas…venas de trigo con humor árido…campo estéril, cabellos disueltos de cepa, deshidratación de esencia.
Clima ácido… voluble de céfiros que hacen arder la arena entre los dedos, que expanden la temperatura para cicatrizar el eje del dolor…transfigurando el color del sol…el principio del calor…y la adaptación.
Explanada de polvo fino que recae en la oquedad…en la ventana radial que divide mi cuerpo por la mitad…un ojal separado del botón de mi madre…disociación de conductos nutricios, cauces mentales cortados que desligaron las raicillas de un pensamiento foráneo…
Desterrada…absuelta de gamas verdes…fuera del perímetro…retinas pobladas de tierra que ironizan la vista…que trasladan sensaciones…distancias de arena que danzan con la levedad de las palabras… tolvaneras de sonidos que predicen las cosas…que emigran por épocas a tus oídos, que despiertan lo cerebral con su aleteo…temporadas melódicas.
Signos en la paja…ritmia bípeda, cadencia temporal en la formación de Pangea.
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[6] Narizón

Chiara Vanessa Martínez Lozano




En una calle muy bonita estaba una niña jugando con su juguete preferido, un “Pinocho”. Era muy bonito ―regalo de mamá―, de plástico, pintado con colores brillantes que llamaban la atención de la niña. Tal vez, por ese colorido es que le gustaba tanto jugar con él.
Un medio día llegaron los primos de la niña. Eran tres. El más pequeño al ver al Pinocho, inmediatamente lo tomó y no lo soltó. Se fueron los primos, que sólo estaban ahí de visita. Al momento de su partida, la niña se vio obligada a prestar el juguete tan preciado al primo más pequeño, no había opción, pues el infante lloraba si no se lo entregaba. La niña, no tuvo más que dejar ir Pinocho –como otras cosas en la vida–, por quién sabe cuánto tiempo.
Así, pasaron, los días, las semanas, los meses y los años. Ya no era una niña, ya era una adulta y fue a una fiesta de cumpleaños en casa de sus primos, fue entonces cuando volvió a ver a Pinocho y cuando estaba a punto de regresar a su casa, tomó el juguete y se lo llevó feliz de haber recuperado tan preciado tesoro. Ya en casa se prometió y le prometió a Pinocho que no volvería a separase de él, nunca más, y comenzó a recuperar cosas que le pertenecían.
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[7] Surquitos de cemento mojado

Ivanova Chávez




Sintió tristeza. Entonces gotitas de lluvia comenzaron a caer de sus ojos, mojando el piso despostillado. Ese piso que no le gustaba limpiar, porque nunca parecía quedar limpio, al final, siempre quedaba el mismo lodo mojado sobre el suelo. El suelo donde veía como sus lágrimas recorría caminitos de ríos, que se formaban entre surcos de cemento. No fue hasta que el llanto del niño la sorprendió que levanto la cabeza, seco sus lágrimas, tomo al niño en sus brazos, le calmó el llanto con la chiche, mientras le susurraba al oído:
―¡Todo estará bien! Mientras estemos juntos, tus ojos me dicen que mire en mis manos la chispita de luz que sostengo sólo por un momento, para que la atice y entonces arda con fuerza y claridad antes de soltarla.
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DESDE LA FURIA 


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[8] Embozo

Laura Arratia




He de esperar el encuentro que conecte rostros que me miren sin prejuicios, que desate la ocultes…que extinga mi ser, que me duela sin querer. He de esperar lo que mis cercos cuentan al espejo desconociendo el sopor, he de arreglar pestaña y montar una función de mascara alienada para el interior…brillo y lucidez al salir…cigarro en mano y guante alado para sonreír…montar la escena más fructífera de mi vida…gesticular, escuchar y consentir.
He de esperar a guardar ropa, a desvestir historia y guardar en gancho una parodia…tender sábana para yacer…para acometer e infringir el espacio del hedor, para la regresión, para la primicia del desajuste…yacer en almohadas de insensibilidad…de mute… de comas… de movimientos tenues…de rigidez nocturna de expectación…de la llegada liberación.
Inyección de veneno perfecta para la inmundicia del amanecer…exención de daños, acero repelente a sol, incomodidad de secreción…escurrimiento de existencia… fémina de costilla esperando aprobación.

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[9] Muerde

La Lupe




Muerde, muerde, muerde.
Sin manos para detener la lluvia que provoca tu recuerdo.
Me duele el estómago, me duele la panza…
Desde hace días que me duele la cabeza. 
¿Días? ¡Meses!
Desde hace casi medio año.
¿Será más bien un año?
Ha pasado el tiempo, me creía más fuerte, 
pero, simplemente, me rompes.
No puedo evitar recordarte todos los días.
¿Tengo un premio, tengo un castigo?
Por lo menos yo te he dado el regalo de recordarte…
Basta con una gota de agua para detenerme. 
¿Qué voy a hacer cuando esta gota se convierta en lluvia?
Incrédula de que se pueda llover más.
Ya no quiero lloverte más.
Te quiero morder, 
cortarte en cachitos para tirarte en el bote de basura 
inorgánicamente humana.
Dejarte en el asfalto como una corcholata 
a la que le pasa encima un camión de cien toneladas.
Podría cantarte todas las canciones de Paquita la del Barrio 
y aun así sería insuficiente para describirte.
Lo peor, lo peor, lo peor es saber que estamos en el mismo planeta, 
bajo el mismo cielo y consumidos por el mismo sol.
Lo peor es saber que está gota de lluvia que duele, 
ayer fue vapor de nube y que desde ti voló hacia mí.
No somos tan importantes. 
Te lo dije, cuando te di el primer no.
Lo recuerdo. No somos tan importantes para amarnos.
Mejor, vamos a creernos mucho, a ignorarnos 
a maltratarnos…como si nunca nos hubiéramos amado.
¿Crees que la rabia se ha ido?
Te lo advierto… perra con rabia sí muerde.
                                         Regisela


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[10] Abertura

Laura Arratia




Siento que mi corazón se prensa… como los trozos de carne en los negocios… llanas calles que me recuerdan lo humano, aquello que des-cose mi cuerpo… que me arde el alma…
Me recargo en la cama y me quito las botas… bajando lentamente el cierre de la herida…las dejo caer sin pretensión de acomodo…me recuesto para ver el punto, para ver la coma...encuentro el punto y aparte... el punto final sin concluir…
…escribiendo sola…so-la, la-so...hilo en las manos construyendo notas…cruzando continuidades as-lo, te dice alguien ahí adentro…me despierto y deslizó mi mano para buscar bajo la cama... ¿Qué busco? A quien te dice que ahí adentro… pero mis dedos no alcanzan y tú ahí adentro… se escapa…

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[11] La Realidad

Nahir Sánchez Cortez




Érase una vez… un lugar habitado por brujas. Brujas que gustaban de asesinar
a hombres de todas las formas posibles: quemados, ahorcados ,descuartizados, macheteados, violados, decapitados, ahogados, asfixiados, tragados, enterrados vivos, amartillados, masacrados, envenenados con sus pócimas; vituperados.
O, simplemente eran tratados como ratas: esclavizados, nunca amados, sólo utilizados.
Muchas de estas brujas adoraban a la luna, sacrificaban hombres en sus ritos, mientras cantaban y bailaban de una forma bizarra y desconocida para los oídos humanos. Admiraban la naturaleza como la vida misma, muchas tenían decenas de gatos odiaban a los perros.
A algunas les gustaba volar hacia donde el viento las llevara perdidas en el anonimato de la noche. Otras, más atrevidas, gustaban de volar a todas horas, de todas formas, sin miedo a nada.
Reinas de la noche...

(Aún no se sabe que ha pasado con los más de diez mil desaparecidos en las ciudades de la Ciudad de todas partes. Parece ser que nadie se atreverá a decirlo, al menos no un hombre).

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[12] Sintoxica

Laura Arratia




…movimiento... miento… y mientes en la interioridad de lo mirado…fugas…charcos…arrasan con ciudades mentales…in.móvil.miento....con silencio…con lengua floja…acaecida de palabras...in.móvil.mientes….entes que soportan…mentes que subyugan…figuras opacas…vapor de dermis grana…calor de asfixia…azulejo estético proporcional a lo racional…luz borrosa…lagrimal carmín…atractiva confusión … mareo.. Incontrolable vómito rosa…desintoxicación…

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[13] Nanita Consuelo

Patricia Karina Vergara Sánchez




Salgo a escondidas. Abrazo fuerte a mi muñeca y mi bolsita de ofrendas cuelga de mi hombro. Está lloviendo todavía un poco, caen gotas de agua lentas y gordas. Mis pies tienen mucho frío, pero no me puse mis zapatos porque no quería que me escucharan y descubrieran escapando. El lodo es viscoso, lo siento en la piel de mis pies desnudos y piso sin querer algunos charcos que se han formado entre las matitas de hierba. El agua helada salpica la orilla de mi camisón. Paso por entre los árboles bien llenitos de tamarindos colgantes y llego hasta atrás del patio. Aquí está el pozo y me siento en la orilla.
Todavía me da miedo, como la primera vez que me contaron que aquí habían encontrado muerta a la niña de Consuelo. Que habían sido unos hombres que andaban en el pueblo, que le hicieron cosas y luego la dejaron ahí, tirada junto al pozo.
Dicen que la familia y los vecinos la buscaron durante días. Fueron al río, a la milpa, a los caminos, a todos lados, que ya pensaban que se la habían llevado, cuando alguien vio a lo lejos el color amarillo de su vestidito en el fondo del patio donde nadie había buscado.
Consuelo lloró mucho. La gente creyó que se moriría ella también de tristeza. Pasó días sin comer y sin dormir, nomás aullando hasta quedarse sin voz. Luego todo fue silencio. Su casa cerrada por días, sin recibir vistas, parecía que se hubiera marchado.
Una mañana abrió la puerta y las ventanas, dejó entrar el aire a su casa y se fue a hablar con las mujeres principales. Primero fue por lástima que le dieron permiso, teniendo en cuenta su pérdida reciente, pero luego fue porque se dieron cuenta de que era bueno lo que Consuelo hacía.
Consuelo se llevó a las niñas de Acatlán todas las tardes a un lugar solitario, un descampado oculto por las milpas crecidas, y les enseñó cómo usar palos, piedras, uñas, dientes, lo que fuera para defenderse.
Luego, se dio cuenta de que no sólo había amenazas del exterior, observó cómo dentro de las casas del lugar también pasaban cosas desagradables ―maridos golpeadores, hijos borrachos y agresivos, abusos, faltas de respeto y más―, entonces supo que no era suficiente lo que hacía y también llevó a las madres, a las jóvenes, a las abuelas, a todas y así, entre todas, fueron inventando cómo usar para defenderse el sartén de la casa, la escoba y hasta el bastón con el que se apoyaban las ancianas para caminar, lo que fuera necesario, pero Consuelo estaba decidida a que nunca más quería saber de una mujer maltratada en el pueblo y así fue.
Cada niña nueva que nacía, al aprender a caminar aprendía también que era fuerte y que sus piernas, sus brazos, su inteligencia, también servían para que nadie pudiera hacerle daño.
Los hombres primero se asustaron, pero luego entendieron que para ellos y para el bien de todos era importante ese nuevo modo en que se organizaban las mujeres, como una especie de pacto entre ellas que las hacía fuertes, poderosas y más alegres todos los días.
En este lugar nací yo y nadie me ha agredido nunca. A las niñas y a las mujeres nos tratan con respeto, los hombres y los niños son tranquilos y están contentos, entre nosotras también nos respetamos y cuidamos.
Mi cuerpo es fuerte y mis manos son hábiles y sé que si algo me hace sentir en peligro puedo defenderme, sé cómo salvarme y sé que bastará con lanzar un grito, para que cincuenta, cien mujeres valientes vengan en mi auxilio. Todo esto lo sé, sé también que este lugar es distinto a cualquier otro sobre la tierra y veo que los hombres, las mujeres, las niñas, los tamarindos, la milpa, hasta las ovejitas que criamos, se elevan con dignidad, desde la madre tierra hacia el cielo, con orgullo de habitar en este pueblito posible.
Sólo que, a veces, Consuelo, que ahora tiene ya el cabello blanco, se queda quieta ante la ventana y su rostro se pone triste y se pierde su mirada. Entonces a mí me dan estas ganas de escaparme y traer florecitas y dulces de colores como una ofrenda aquí, a donde sé que está su recuerdo, aquí en donde nació la rabia.

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[14] Descripción de espejo

Laura Arratia




Que debo rasguear… me pregunto como si en verdad fuera necesario, como si las palabras no me ganasen…como si no hubiera tacto. He borrado líneas que no empiezan… que no consiguen un inicio correcto porque escribir me describe… me descubre…me muestra… las palabras me ceden como verdaderas dueñas, me extasían, me limitan, me amplían…me definen…y no deseo ser definida… ni leída y ni dar bienvenida. No siento la palabra deseo cuando la pronuncio, no hay sensibilidad ni excitación perdida…solo huecos de pelusa, lo que pueda decir es exiguo … está hundido, cancelado, encerado, plagado, y en un día como este es mejor guardar silencio.
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DESDE LA PASIÓN


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[15] Mis chichitas

Lilia Alejandra Silva




Ensayaba pompuar, apretando y soltando los músculos de mi vagina, conjugando mis deditos mojados en mi boquita peluda; mojaba una y otra vez, colocando mi saliva en esos labios míos hasta hacerlos lubricar, hasta el orgasmo. Pretendía vibrar mi cuerpo con mi propia e insaciable insistencia de alcanzarme y desfallecer en mi boca. La sola imagen me acompaña a veces, como una especie de contorsionismo disfrutable y sólo imaginarme lo que mi lengua haría, me tiene al borde del orgasmo. Me complazco penetrándome y meciéndome sobre mi brazo, para imaginarme completa, capaz, amorosamente profesional en el arte de amarse, de acariciarse y volteada, boca abajo, restregarme para el final, que no es preciso que llegue, pero sí, que se haga la faena suficiente.
Mis chichitas, mis chichotas, que mi otra mano toca con frenesí, siente el cambio de textura, indicador de los altibajos…que digo altibajos, altiarriba…ya llego…ya merito…ya casi…casi. Este orgásmico deseo se pulveriza en próxima promesa de continuar con lo propio hasta llegar al fin, al espasmo eléctrico, llevándome una y otra vez, a este caminito cachondón de darme placentera compañía.

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[16] Dulce café nocturno

Laura Arratia Sandoval




Estréchame en tus brazos, carcome suavemente con tus labios mi hombro…que tus yemas acaricien mis ojos y pestañas. Mírame fijamente con tus iris de cafeína y atraviesa mi piel… azúcar morena. Posa tu lengua en mis bocas, que tienen mucho que decirte. Acércate para roer tu oído y delinear mis letras con saliva, deja que te revele larga y tendidamente lo que escribí en desvelo. Préstame tu perímetro, deja que mis manos costureras conciban las medidas de tu dermis; te prometo hacer la cartografía correcta en la memoria.
Déjame oler tus pensamientos y besar cada hueso de tu columna vertebral para encender médulas. Permitamos que los centros se acomoden, se amolden, para que la urbe comience a vibrar, quiero que se ilumine cada rincón con electricidad y produzca miel.

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[17] Cítricos

Patricia Karina Vergara Sánchez




A cítricos. Ella huele a cítricos, una naranja jugosa, un limón fresco y el olor hace agua mi boca, como si pudiera morderla y zamparme un pedacito de su piel apetitosa.
Sé de su olor porque inundó todo a mi alrededor cuando se inclinó en mi escritorio, demasiado cerca, para entregarme una bibliografía que propone revisemos juntas, alguna vez, en la biblioteca.
Ahora ha vuelto a su asiento y me mira con ese destello pícaro en los ojos mientras yo trato de mantener compuesto mi gesto de distinguida y seria profesora de esta universidad ―a pesar de que mis piernas tiemblan de terrenal deseo y mis manos aferran el borrador porque no puedo aferrarme a su cuerpo―.
Su mirada descarada me recorre y ella sonríe mientras respondo esas preguntas complejas sobre ética e ideas con las que mi alumna intenta impresionarme o distraerme.
Yo me voy a otro mundo mirando sus labios suaves. Es sólo por un segundo y luego me recobro. Ante treinta estudiantes presentes yo no puedo perder la compostura. Nadie debe saber lo que ocurre aquí. Esta corriente eléctrica inoportuna debe permanecer oculta, secreta entre ella y yo, contenida.
Esta es una seria, digna y conservadora institución. No hay lugar para la pasión, jamás entre maestro y alumno, mucho menos entre mujer y mujer.
¿Maestra y alumna? Sería un sismo en la estructura misma de este sacrosanto templo del saber. Ni pensarlo.
Ella no deja de mirarme, gata dispuesta a saltar. Serpiente hipnótica que sin tocarme me estremece.
No sé cómo, pero logro guardar las necesarias apariencias el resto de la clase, hasta que el bendito timbre suena indicando que ella se marchará por fin. Yo respiro profundo. Se irá, la tregua durará hasta que mañana inicie de nuevo el suplicio.
Todos mis estudiantes salen del aula. Voy a cerrar la puerta y la miro, se ha quedado al último. Pone el cerrojo a la puerta. Estamos frente a frente. Extiende su mano y coloca solamente la punta de su índice en mi hombro y desliza, apenas tocando, la huella de su dedo por mi brazo.
Mi cuerpo, la puerta, el salón, el pizarrón, los pupitres, la universidad completa, el mundo entero se incendian…

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[18] Su voz, me estremecía

Lilia Alejandra Silva




Escuchar tus palabritas suaves, expresando tus ideas, era para mí la invitación, la ansiada invitación. No es que tú me lo dijeras o lo explicaras detenidamente, pues ello habría hecho que se esfumará de inmediato. Lo cierto, fue reconocer tus intenciones no manifiestas a través de tu jocosidad emprendida, parecías intentar reír a mi lado y hacerme participe de tus más íntimos deseos.
Me estímulo con esa fantasía tuya y quiero, te quiero acompañar a rodar, a amar sin más inversión que esta inversión de emociones convocadas, para que todas envainen, nos devele la razón de existir: ¡Amarnos!, amar, saberse amada…
Te prometo, no perdernos en acumular historias, si no tejerlas juntas. Inspirarnos, conociéndonos sin prisas, sin pérdidas, sólo desempacando nuestra dermis, para no acumular historias sin fin. Compartir el regocijo de sabernos sedientas, libres, amantes, mujeres, soñadoras, locuaces, pensándote toda vez que mi río interno se desborda con cauces aguamarinas de sal y necedad al repetir estar conmigo; estimulándome cada tarde lluviosa como si la lluvia de afuera, fuera la de adentro, entre mis labios contenedores. Esa marejada no se detiene, se desborda.
La cita fue puntual, cada tarde en que me recompenso, dialogando mi sexo y yo; en ánimos de tsunamis, en ánimo de cascadas impetuosas, en besos de labiecitos a clítoris deseando-me-te cerca. Tan cerca, que parezcas yo y tú en la habitación de la casa.

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[19] Té de… ti

Laura Arratia




He pensado en el hilo que se enreda en la oreja de la taza…pienso que es parecido al enredo de tu lengua en mi asa…solo que no soy taza, tengo habla, aunque a veces pienso que la temperatura de las hierbas se revela… pero las cosas se me olvidan como pérdidas cuando en tus candiles aparecen las pequeñas raicillas del bálsamo…
He descubierto después de un largo rato que la telilla de olor se rompió pidiendo tu asomo y revolvió el contenido en revolución. Culpemos a la sedición que ocasionó la sublevación del calor, que propicio la inmolación del caos.
Realicemos una costura a mano, única…intransferible… que regrese el emprendimiento de la almohadilla que desobedeció el sutil tiempo del calor, recuperemos el té de ti y té de mí… o perturbemos más las raicillas para sembrar huertas desde el interior circular.

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[20] Allá en la selva

Priscila Galán Arcia




Estaba en ese país mágico lleno de vegetación, de historia, de gente alegre y bella. Me encontraba de paso por haber ganado un concurso de intercambio estudiantil. Estuve en San José, Costa Rica por dos meses y trataba de acoplarme, aun así en la calle todas las personas notaban que era una forastera, que no pertenecía a ese lugar. Lo notaba por sus miradas, pero a pesar de eso y de extrañar cosas de mi país, me sentía bien respirando otros aires.
En un principio el tiempo transcurría lento, pero, de pronto y casi sin darme cuenta de cómo, ya sentía ansías de regresar a mi tierra para llenarme de gorditas, enchiladas, de cosas picantes, de aire contaminado por la polución, aun cuando son cosas que suelo evitar pero con la distancia hasta lo más insignificante se extraña.
Comencé a sentirme sola. A veces caminaba por las calles sin rumbo alguno, aún no hacía ninguna amistad, sólo compañerismos para cosas de la escuela. Me consolaba que pronto regresaría a mi hogar.
El tiempo transcurrió y faltaban ya sólo tres días para regresarme. Así que aproveche para visitar una vez más un jardín que me gustaba mucho en el centro del lugar. Me encontraba leyendo un libro en mi banca de siempre, y noté de reojo que se me acercaba alguien, giré el rostro y vi que era aquella chica mulata de chinos alborotados a la que solía observar discretamente, cuando reía siempre en compañía de sus amig@s justo enfrente de donde me sentaba, pero en esta ocasión ella se dirigió a mí con aquel acento costarricense:
―¡Hola! Siempre te veo aquí en el mismo lugar. ¿Qué haces? ¿De dónde eres?
Yo estaba tan sumergida en mi mundo y verla tan bella, con sus ojos de plato, grandes y brillantes, no supe que contestarle, un poco seria le dije:
―¡Hola! Sólo vengo a pasar el rato, leyendo un poco… soy de México.
Ella sonrió y me dijo:
―Yo soy Celeste, y sí, me lo imagine, que eras de otra parte, me dije voy a venir por ésta india linda, ¿Quieres venir con nosotr@s? vamos a estar aquí un rato, quizá después vayamos a casa de Helena y Tomás (mencionaba esto mientras l@s señalaba), estamos medio loc@s pero tiramos la onda, ¿Te animas?
Por supuesto que fui. En ese grupo había gran diversidad de jóven@s; de todos los colores, tamaños y sabores. Lo que más me gusto es que me recibieron como si me conocieran desde hace tiempo, fueron cálid@s, me invitaron a comer un rico platillo típico “casado”, mientras que Celeste no dejaban decir que era un día especial porque me habían conocido cuando habría luna llena. El resto del día se fue rápido con las preguntas de tod@s llenas de interés sobre la situación de mi país, de la gente indígena y cosas por el estilo a lo cual yo respondía lo mejor que podía.
Sin embargo, no puedo mentir, me fue muy difícil evitar clavar mi mirada en Celeste, la mulata que me había fascinado desde que la vi por primera vez; que hacía latir muy rápido mi corazón y la razón principal de ir a ese jardín cada que me era posible para observarla, llenarme de ella.
Lo más curioso pero a la vez alucinante para mí, fue que esa tarde propuso acompañarme al día siguiente para visitar lugares poco conocidos por l@s turistas, lo mejor de todo es que sus amig@s no podrían acompañarnos e iríamos solas.
A la mañana siguiente, nos quedamos de ver en una de las esquinas de aquel jardín, cuando la vi llegar no podía controlar mis nervios. Todo lo que me provocaba, aquellas sensaciones que muy pocas veces he sentido por alguien, parecieran las señales de cuando me han arrebatado mi corazón sin ni siquiera darme cuenta.
Nos dirigimos a una parada para tomar un camión rumbo a la selva, el cual se fue vaciando de gente poco a poco ya que la distancia era larga. Por fin me indico que habíamos llegado, aunque ella se veía un poco “norteada” dimos al final con un lugar hermoso en medio de la selva, en la orilla de un río donde se podían ver a simple vista los peces nadar, yo no dejaba de tomar fotos, en eso me dijo
―Te tomo una foto junto a ese enorme árbol, ¡vamos!
Yo posé algo nerviosa pero maravillada con aquel lugar, hacia donde volteaba todo era verde, verde. El ruido del río junto con algunos animales e insectos, era como un sueño, estar compartiendo todo eso con ella.
Después me comentó que haría un poco de meditación, que si quería podía acompañarla. Honestamente, nunca había hecho meditación así que me aburrí rápidamente, me levanté y aproveché para caminar un poco y admirar de lejos su melena y silueta, preguntándome si era lesbiana como yo o que si me había “detectado” y por eso de su propuesta para conocernos, en fin, lo que sí sabía en ese momento era que me volvía un poco loca. Tenía unas ansias de no separarme de ella, de conocerla más, de indagar en su ser, de rozarle la piel.
Pasaron como 40 minutos cuando finalmente abrió sus ojos, me buscó con la mirada y me sonrió mientras me decía;
―Ven siéntate aquí, junto a mí.
Yo me quede como tonta, sintiendo un calor que subía de mis piernas a la cabeza. Finalmente, me senté a su lado con las piernas cruzadas y, lentamente, tomé su mano. De momento no creía lo que estaba haciendo, pero ya no me podía echar atrás.
Así fue como comenzó, así fue como por primera vez pude disfrutar muy de cerca su aroma, el olor de sus chinos, el cómo se sentían y se enredaban al sacar mis manos de ellos. Era una delicia toda ella, como se dejaba llevar, como se acercaba más y más a mí buscando mis labios, como respondía mis besos suavemente, como nuestros corazones bailaban a un sólo ritmo, pero todo eso no bastó para saciarme de ella, de su piel, de sus manos recorrer mi cuerpa, yo quería más y más…
Aquel sol tropical iluminó la pasión que nos envolvió como las olas del mar, tan azul y profundo como jamás lo volveré a sentir. Desearla fue lo primero y lo último.
Hoy nos encontramos lejos, pero seguido nos escribimos. Mi recuerdo es fuerte, no he dejado de pensar en ella porque ahora es parte de mis sueños. Me llena las ilusiones el volver a encontrarme con el brillo de sus ojos… un abrazo suyo lo tengo, infinito, en mi corazón.

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[21] Te sueño

Mónica Rodríguez Gaona (Mafer)




He soñado contigo todas las noches, lo que daría por sentirte una sola vez. Todo el día te llevo conmigo, en la sangre, en el páncreas, en la mente, tan solo pensarte me hace feliz…
Hoy me visitas de nuevo, entre las sabanas. Te siento mientras comienzas a jugar con tus manos en mi espalda, aunque la noche es fría la habitación se llena con el calor de nuestros cuerpos expectantes. Las manos reconocen el terreno, cada detalle, cada borde, cada curva tal como si los hubiesen creado con el puro tacto. Tu boca traviesa se desliza por mi cuello, más abajo, descubre mis senos y mis pezones para torturarlos con los dientes y arrancarme un pequeño grito de dolor que provoca sensaciones extrañas en mi estómago. Más abajo, navegas por mi abdomen antes de seguir tu camino hasta el lugar deseado. Mi sexo te recibe, intranquilo, deseoso. Saboreas los placeres que te ofrezco. Sé que lo disfrutas tanto como yo, pero te detengo para poder besarte de nuevo mientras aprisiono uno de tus senos y hacerte sufrir como tú a mí. La respiración se acelera, haciendo cada movimiento más excitante. Las vulvas se encuentran como si quisieran imitar nuestro beso, la sensación de placer nos recorre, aprieta los muslos, nos envuelve y estalla. La humedad impregna las sábanas y nos deja totalmente rendidas de placer y de cansancio…
Me despierto agitada y bañada en sudor, todo ha sido un delicioso sueño.

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[22] Yo con una risa loca

Lilia Alejandra Silva




Yo con una risa loca y tu tristeza pintada en el rostro de mujer. Era una invitación al abrazo y cobijo, pero, intentando no interferir con tus sentimientos.
Me decidí retrataros gozosa en mis labios y te robe unos besos en tu sexo, mil caricias lentas donde el deseo fuese el lenguaje, así inventé vernos en un aula, donde los muebles fuesen testigos de tan peculiar consuelo. Descubrí tu hambre de caricias, de arrebatados mordiscos en tus glúteos; mi lenguaraz pedido de misericordiosa insistencia, que soltaras tus reprimidos deseos de apretujar mi cuerpo en el tuyo, aprendiendo juntas a caminar con el segundero.
La tarde en Talavera, tentadora, la lluvia invitando a mojar todo. Hasta llegar al peligroso momento de pasarlo a la realidad y que no fuese otro más de mis viajes lunares; así que me atreví a zamparos una miradita invitadora, develando mi inquisitiva y brujil fantasía.
Consolarla, haciéndole el amor es un recurso inusual, y cien a uno, que tendría que conjugar el verbo fracaso.
Así que… decidí abrazarle fuerte, fuerte, como cuando la furia del H2O te arrastra y vos estáis a contra flujo resistiéndote a besarle, a decirle:
Ven; bonita, yo os consuelo de tu tristeza en una forma poco usual, besándote cada poro de tu infinita piel, charlando con tu cabellera los secretitos que una dice solo a su YO más profundo; ese lugar de arrecife donde yace tu centro de gravedad.

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[23] Relojecida

Laura Arratia Sandoval




Lo dejo a interpretación…a botones de cuerpos encendidos, a sabores que desbordan labios clandestinos…a miradas cómplices de encuentros, a palabras sumergidas en caldo de apetitos…en lo más profundo del inicio de mis huesos, en donde mis palabras se terminan para convertirse en sollozados rezos sin precepto…en donde me desprendo de mi atar para infringir interdicciones contigo…para revirarme en la expresión…para desprenderme…para acumularme…para rozarte a labio entreabierto…para sentir tus brazos.
Pensarte me hace rehilar…y empiezo a sentir que mi cama gira…y la que da vueltas soy yo… manecilla.
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LAS MUJERES ESTÁN DE FIESTA

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[24] Escuchando a mis hermanas...

Lilia Alejandra Silva



Hoy llovía, como algunas veces por fuera y por adentro. Mi rostro, mi rostro lo veía en el de ellas: mi amiga Betina y mi madre Lupita. En la sonrisa chimuela de 61 años que tiene Lupita, en la de 43 que tiene Betina y yo me reconocía, pensaba en la rebeldía de sus rostros pecositos.
Empezamos a diferente edad.

Me contaba del camino emprendido, mi mamá, cuando del pueblo de Nativitas Tlaxcala se vino a la edad de 13 años, después del sexto año de primaria. Imaginaba ella azulejeado el defectuoso, tras una imagen televisiva del Palacio de Bellas Artes y con esa fantasía y la escapatoria del pueblo difamador empacó. En un recadito había dado aviso a su madre de la despedida. Cargaba un pollo regalo de la bisabuela Chabelita, su raya de nana, y el bolso lleno de necedad necesaria para volar fuera del entorno familiar y del trabajo en el que estuvo desde los cuatro años de edad.

Betina, mi amiga de la secundaria también hizo independencia volando hacia Acapulco, a ella la acompañaba mi nostalgia y mi admiración sueño de algún día hacer lo mismo, lo propio; volar con mis alas estiradas como las de ellas.

Por eso, hoy, les hago reconocimiento y a mí, me reconozco en este lugar hermoso, camino que emprendí y del cual hoy gozo.

Escuchar, mirar a mis hermanas...

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[25] Ella y Ella

Mónica Rodríguez Gaona (Mafer)




La espera no me ha dejado dormir, tengo una cara que parece que vi un muerto y no sé cómo ponerme el vestido de novia.
Bajo a la sala donde estás tú ya con el vestido de novia puesto, haciendo los últimos preparativos de nuestra boda ¿Cómo consigues verte tan linda y relajada?
Te ríes de mi cara de mujer asustada y me recibes con un beso y sé que todo va a salir bien.
Ya han llegado todas, así que vamos a comenzar. No estoy muy segura de que todo lo que veo este pasando en realidad, es como cuando estas a punto de despertar, pero no terminas de soltar el sueño, ha de ser por el ayuno ritual o los nervios, o todo junto.
―Los anillos
―¡ah, si los anillos!
La bruja que va oficiar la ceremonia, las compañeras nos arropan con su palabra mientras el viento se levanta para regalarnos un instante de magia.
Los nervios ya pasaron y la celebración apenas comienza y todas mis hermanas están presentes, Mujeres de toda la vida. Las reconozco a todas. Bailamos con los pies descalzos, escucho sus risas, recibo sus abrazos, sus besos y pienso que las diosas deben de estar tan contentas como nosotras, porque hoy, las mujeres están de fiesta.

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[26] Fiesta de Mujeres

Ivannova Chávez




La niña Sofía, triste se siente porque su mamá no está en casa, su abuelita la abraza e intenta consolarla, llevándola a la ventana, a mirar la lluvia mientras le canta canciones y le platica de una gran fiesta que harán cuando mami regrese: prepararan palomitas de maíz, leche calientita con chocolate, verán juntas su peli favorita, contaran historias, leerán cuentos de hadas, se acurrucaran bajo las cobijitas tibias, sé abrazaran muy fuerte y cerraran sus ojos para quedarse dormidas, pensando que son felices cuando están juntas.
La niña Sofía escucha a su abuelita, mientras sigue con su mirada las gotitas que escurren lentamente por la ventana, de pronto cierra sus ojos y la gran fiesta ha comenzado. Está allí, con su abuelita, su prima adorada y sus tías tomando chocolatito, comiendo puños de palomitas, viendo su peli favorita y riendo muy feliz porque mami ya está de regreso. A Sofi, antes le daba miedo cuando llovía y más aún, cuando mamá no estaba en casa, corría a la cama y se metía bajo las cobijas.
Un día, su mami le pregunto: ¿Sofí, porqué te escondes, qué sientes? Sofí, le respondió:
―Siento miedo y pienso que el cielo está enojado y triste, que la lluvia son sus lágrimas y que no dejara de llover, así me siento cuando no estás en casa, enojada y triste, pensando que no regresaras.
Su mami le dijo:
―Sí Sofí, somos como el cielo que se enoja y se pone triste, pero todo tiene un principio y un fin. También el cielo deja de llorar y para de llover. Hay un momento para todo. Momento en el que reímos, momento en el que lloramos y momento en el que nos sentimos tranquilos. Igual hay un momento para llegar, un momento para marcharse y un momento para regresar. Somos como la lluvia. Tu mami es como la lluvia que se va y está de regreso.
La niña Sofía, abrió sus ojitos y cuando los abrió, su mami la miraba con calma y le acariciaba suavemente la cabecita. Sofí, se avivó y de un brinco abrazó a su mami, muy fuerte:
―Esperaba que parara de llover y te esperaba también a ti, mamita, pues haremos una gran fiesta y solo faltabas tú.

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[27] Juego de verso

Laura Arratia




A falta de práctica, quiero hablar en el lenguaje común y usar los verbos con los predicados que escucho cuando camino. Deseo conjugarlos a modo de muerte, de agonía sujeta a tu silencio que continúa retumbando en los márgenes del vidrio, en la perdida palabreíca del lenguaje que te complicó el horario…la pisada…el pensamiento. Caída continúa en tus señales. Quiero usar los verbos de forma sencilla. He aquí cómo:
Tengo un tumor que intercambia la t por la h, 

Tengo un tumor que convulsiona cuando intercambia su u por el e, 

Tengo un tumor en forma de a entre la u y la m

Tuve un tumor llamado...así.


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[28] Historia de Edith

Lilia Alejandra Silva




Cuando pasaron los días, de su lado no se separaba ya. 

Eran dos amigas conociendo su lealtad.

Sus nombres y caminos entrecruzaban para siempre amar.

Se conocieron marchando a la autopista a bloquear,

su rostro luminoso no tiene par, 

desde que su amistad empezaron a cultivar.

Despiporres, tocadas, rocanroles;

de baile, pasteles, comida, lugares,

amores nos han visto pasar; 

su amistad y amor de amigas,

sin igual.

Aunque lejos se encuentran 

pues les toca camellar,

siempre el re-encuentro se festeja 

con besos y abrazos sin parar.

A mis amigas yo amo y gritamos sin parar.

¡Festejar mujeres! Amigas: que para luego tarde es ya;

Danzas, platicas, desencuentros, es el cuento de verdad.


(Dedicado a Edith Amada)

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[29] Fiesta de dos

Patricia Karina Vergara Sánchez




Mirza volvía de la escuela cuando comenzó el chipi chipi. La niña seguía caminando, le gustaba sentir cómo helados besos rápidos y pequeños le caían al azar en la cara, en los brazos, en las piernas, mientras ella iba andando por el centro de la calle.
El placer más intenso comenzó cuando se soltó la tormenta. No la esperaba tan pronto. Primero abrió la boca con una contracción en el pecho al sentir el agua helaba cayendo a chorros sobre su cabeza, escurriendo por su cabello, empapando su ropa, haciendo chapotear sus pies atrapados en las calcetas mojadas dentro de sus zapatos. Sin embargo, cuando su cuerpo se acostumbró a esas sensaciones, aminoró el paso y se fue muy despacio, levantando de vez en cuando el rostro, encarándose al cielo gris para sentir bien el agua proveniente de la nube pariendo gotas enormes sobre ella.
Miró hacia todos lados y se dio cuenta de que estaba sola. En las calles cercanas ni siquiera se veía algún auto que transitara por el lugar, parecía que toda la gente había buscado un lugar seguro para guarecerse. Tal vez, se dijo, no saldrían hasta amainar el tremendo aguacero.
Se sintió libre. Abrió los brazos y corrió. Iba como volando entre la lluvia. Sentía intensamente por esa calle, esa lluvia, ese viento que helaba sus brazos y sus piernas, mientras ella traspasaba el espacio en sentido contrario a donde éste soplaba. La sensación de la falda empapada contra sus piernas y la vida misma le pertenecían. Era suyo ese efímero mundo de agua.
La mochila mojada colgaba de su espalda mientras sus piernas en movimiento continuo le daban placer. A cada paso hacía saltar charquitos de agua que se colaban bajo su falda.
Llegó a su casa, metió la llave en la cerradura con la dificultad que le daban sus dedos ateridos de frio. Entró y cerró la puerta, dejo afuera su reino de agua y entró en los olores conocidos de su casa.
―¡Mira nomás cómo vienes, escuincla traviesa!
Su madre la esperaba con una toalla entre las manos. Le hizo quitarse la ropa y los zapatos mojados en el mismo pasillo de entrada, la envolvió en la toalla tibia y la llevó al cuarto de baño. Allá la acompañó mientras se daba un baño caliente.
La niña, sintiendo cómo le recorría el agua, ahora tibia, por la piel, le contó a su madre cómo había volado entre la lluvia, sobre el pavimento y la mujer, mirando los ojos brillantes, la sonrisa, la salvaje alegría indómita de la hija y a riesgo de mojarse la ropa con el agua de la regadera, se acercó para besar la nariz de la niña y, también, sonrió.
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[30] Las mujeres están de fiesta

Lilia Alejandra Silva




Con sus sonrisas en la cara,

con su jocoso andar, 

su aliento de manzana,

sus miradas sin igual.

Hay de avellana, tutti fruti 

y frapuchino a preparar. 

Todo es pretexto para festejar.

Se reúnen a menudo sin reloj. 

Hay quien es disciplinada para amar 

y llega pronto, gustosa, 

para el aquelarre comenzar.

Porque el destino si existe:

"Mujeres festejando",

dice el anuncio al entrar.

¡No molestar!

Se me antoja preparar una fiesta 

de cumpleañera para Nahir 

y la luna contemplar.

El 15 de Julio o si es antes,

hasta de días realizar.

Porque desde que me conozco 

(y conozco)

a las mujeres en la chorcha 

y panocheando quiero estar.

Oír música, ver la noche 

y un buen té disfrutar.

Que mi cama calientita

hoy amanta estrena ya.



a b